jueves, 16 de febrero de 2012

El macho del fusil

Miguel: foto tomada en Tel Aviv, por purim, hace varios años. Y aclaro que el M16 no es de juguete. ¡Qué gran foto!


Comentarista: pero seguro que el tio, aunque se haga el macho con el fusil y la tia, y se disfrace para Purin, se debe comer la pollaaaaa!!!!!!

Yo: Probablemente lo lleva porque está obligado, como muchos soldados cuando están fuera de la base, no tienen que vestir uniforme pero si deben cuidar el rifle en todo momento. Eso no lo hace más ni menos macho, ya que también hay mujeres soldadas en la misma situación. Si se come o no la polla, eso en Tel Aviv a nadie le importa.

viernes, 3 de febrero de 2012

No hay rey en Israel

Recomiendo efusivamente el libro (en hebreo) de Anita Shapira, "Anu Majrizim bezot", donde recoge 60 discursos selectos de la historia de Israel. Hay varios discursos realmente fascinantes por su contenido historiográfico, como las versiones opuestas de Ben Gurion y Beguin sobre el hundimiento del Altalena en 1948. Otros sobresalen por su fuerte contenido emocional, como las palabras de Dalia Rabin en homenaje a su abuelo asesinado, Isaac Rabin, en el día de su entierro, noviembre de 1995.

El discurso de David Grossman en noviembre del 2006, en el acto por el onceavo aniversario del asesinato de Rabin, resalta por las dos cosas. Grossman expresó mejor que nadie el momento de crisis que estaba viviendo la sociedad israelí en su conjunto, tras el paupérrimo desempeño de la cúpula política y militar en la Segunda Guerra del Libano. Aunque Grossman no se centra en ello, el texto refleja no sólo el bajón nacional, sino también su terrible desgracia particular, la muerte de su hijo en esa misma guerra.

Releyendo hace poco el discurso hubo dos fragmentos que me llamaron la atención. El primero por su contenido tan actual y vigente cerca de 6 años después de ser pronunciado. David Grossman se refería a Ehud Olmert y su gobierno, pero se puede aplicar casi palabra por palabra al de Bibi Netanyahu:

...actualmente "no hay rey en Israel", es decir, nuestros jefes, políticos y militares, están vacíos. Y no hablo ahora de sus evidentes negligencias durante la guerra, ni de los grandes y pequeños casos de corrupción. Hablo de que las personas que hoy gobiernan Israel no son capaces de integrar los aspectos saludables, revitalizantes y fértiles de la identidad israelí, esos elementos de la memoria histórica que podrían dar fuerza e ilusión y que darían algún significado a la lucha agotadora y desesperante por la supervivencia.

Nuestros líderes se caracterizan por el miedo y la intimidación, por el guiño del negocio sucio, por el mercadeo de todo lo que más apreciamos. No son realmente líderes, y, desde luego, no son los líderes que necesitamos en una situación tan complicada y carente de rumbo como la nuestra. A veces, parece que lo que realmente les importa ocupa el minúsculo espacio entre dos titulares de periódico o entre dos investigaciones del fiscal general del Estado. Quiénes nos gobiernan -no todos, por supuesto, pero sí la mayoría- se muestran asustados, reticentes, inquietos. Resulta ridículo pensar que de ellos surja alguna visión o idea original, osada, de altas miras. [...]

El segundo me llamó la atención por su carácter premonitorio. Olmert hizo en el 2008 lo que Grossman le reclamaba en el 2006:

Acérquese a los palestinos, señor Olmert, deje de buscar todo el rato razones para no hablar con ellos. Usted renunció a un repliegue unilateral, e hizo bien. Pero ahora no deje un espacio vacío, porque enseguida se llenará de violencia y destrucción. Hable con ellos. Ofrézcales una propuesta que puedan aceptar los palestinos moderados, que son muchos más de los que nos muestran los medios de comunicación. Presénteles una propuesta así y que ellos decidan si aceptan o si prefieren seguir siendo rehenes del islamismo fanático. Vaya a ellos con el plan más osado que Israel pueda plantear, un plan con todo lo que Israel puede ofrecer.

Lamentablemente ni siquiera "el plan más osado que Israel pueda plantear, un plan con todo lo que Israel puede ofrecer" sirvió de nada. Ante la negativa de los palestinos, incluyendo a los "moderados", de llegar a cualquier tipo de compromiso. Siguen igual que en 1947, jugando al todo o nada.