viernes, 17 de diciembre de 2010

Es difícil en Israel

Publicado originalmente en la revista Piedra Libre, enero del 2006.


Es difícil ser amable y educado en Israel
. La gente es agresiva y levanta la voz por cualquier cosa, pretende resolver a los gritos lo que en Uruguay y el resto de América Latina se hace con más calma y respeto, desde pedirle el cambio al taxista hasta resolver los problemas de la política nacional. Dicen que es consecuencia de la vida bajo tensión permanente. Quizás sea simplemente parte de la idiosincrasia israelí. Se hace difícil no contagiarse de esta mala costumbre y poder seguir manteniendo el buen trato con la gente.

Es difícil ser judío laico en Israel. Uno no necesita ir a la escuela judía, a la tnuá o al templo, para seguir siendo judío. Alcanza con levantarse a la mañana para hablar en hebreo, para acordarse de que es shabat, pésaj o iom jol (día no festivo). No hace falta estar con el ojo mirando hacia Sión como dice nuestro himno nacional, puesto que uno ya esta en Sión. Se hace difícil no dejarse llevar por la inercia, poder llevar una vida laica y a la vez comprometida con el judaísmo.

Es difícil ser tolerante en Israel. Ojalá el problema fuera sólo con los palestinos o los árabes israelíes. Pero entre nosotros los judíos, no son pocos los que convencidos de poseer el monopolio de la verdad, se abren paso a empujones para dictarle a los demás como deben pensar y actuar. Tampoco faltan, los que en virtud de poseer tan precioso bien, exigen ser privilegiados con menos obligaciones y más derechos que el resto. Por otro lado, este país posee una diversidad cultural enormemente rica que genera una creación asombrosa, pero esta misma diversidad, muchas veces no muy armoniosa, genera conflictos y rencores. En este contexto se hace muy difícil ser tolerante.

Es difícil ser sionista en Israel. Descubrir que acá en Israel, el país donde deberíamos sentirnos como judíos libres, muchos tienen miedo de subir al ómnibus, de ir a la feria o a un pub. Descubrir que esa libertad, a diferencia de lo que piensan quienes afirman que el sionismo cumplió su principal función con la creación del Estado de Israel en 1948, aún exige el sacrificio de mucha de nuestra sangre, y quizás peor aún, exige ensuciar nuestras manos con sangre ajena. Se hace difícil ser sionista para un olé jadsah, que ve como cada vez son mas los ielidei haaretz (nacidos en Israel) que agotados de esta realidad, prefieren antes que aceptar el desafío, escaparse a la relativa tranquilidad de Estados Unidos, Europa occidental o Australia, y dedicarse a hacer dinero.

Es difícil ser de izquierda en Israel. En ambos sentidos de la palabra. Abrimos los diarios, no menos tendenciosos que la prensa internacional a la que criticamos tanto, y nos desayunamos con las fotos del atentado en Natania o los misiles Kasam que cada día se acercan más a Ashkelon. Cómo no clamar venganza, como lograr que la razón triunfe sobre nuestros sentimientos. Por otro lado, cómo no desanimarse cuando en el país que en pasadas décadas era ejemplo de igualdad social, hay cada vez más niños hambrientos, y de a poco, van apareciendo incluso niños que piden monedas en los semáforos, recordándonos cada vez más, aquello que creímos dejar atrás en el aeropuerto de Carrasco en Montevideo. En las últimas semanas, por fin suenan con fuerza alentadoras señales de alarma ante el fenómeno. Pero se hace difícil prestarle la constante atención que dicho fenómeno merece, cuando cada atentado nos recuerda que todavía debemos invertir nuestras mayores energías en el que sigue siendo nuestro principal problema. Por suerte, hoy en día, gracias a la adopción de las ideas políticas de la izquierda por la gran mayoría de la sociedad y su puesta en práctica con la Inatkut (Desconexión de la Franja de Gaza), luego de tantos años de atascamiento, al menos volvemos a tener la esperanza que el conflicto pueda ser solucionado al corto plazo. Esto traería una mejora en la economía que se podría orientar al bienestar social en lugar de a la defensa.

Es difícil en Israel. Pero tengo esperanzas de que vengan tiempos mejores, que este se convierta en el país civilizado, judío, libre, democrático, tolerante, pacífico e igualitario con el que soñaron los jalutzim (los pioneros de las primeras olas inmigratorias). Tengo esperanzas de que los vientos de idealismo que hicieron florecer al desierto y levantaron un magnifico país en pocas décadas, vuelvan a hacer flamear nuestra bandera. Nuestro pueblo nunca ha perdido la esperanza y yo no voy a perderla tampoco. Pues por más difícil que sea, como dice la conocida canción: ein li eretz ajeret, gam kshe admati boeret - no tengo otra patria, aún cuando mi tierra arde


5 años después:
* Todos esos puntos siguen vigentes, pero con el tiempo uno aprende a convivir con la mayoría de ellos. Por supuesto, hay otras cosas buenas también. Me sorprende cuán negativo fui, no se puede decir que hoy sea más optimista pero tampoco veo las cosas tan grises.
* Hasta ahora parece ser que la itnatkut acabó siendo para peor.
* Con todo, en los últimos dos años ha disminuido la violencia, han habido ciertas mejoras.
* Sí tengo otra patria, pero el final quedaba más poético así.
* Como dice el dicho popular: muchas aguas pasaron por el Yarkón.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Amsalem

Fuente y datos de la imagen aquí.

El rabino Jaim Amsalem ya venía desafiando la paciencia de sus compañeros del partido ultra-ortodoxo sefaradí Shas. Primero se le ocurrió declararse a favor de facilitar la conversión al judaísmo a soldados no judíos que sirven en el Ejército de Israel, reconocer la validez de las conversiones realizadas mediante el programa de conversión patrocinado por el ejército. Se trata de un programa que permite a los soldados que así lo deseen, estudiar para la conversión y llevar a cabo la ceremonia, a cuenta de parte del tiempo del servicio militar obligatorio. Quienes más se benefician del programa, en general son jóvenes inmigrantes de la ex-URSS que se sienten parte del pueblo judío y del Estado de Israel, pero que no son extricamente judíos según la halajá (no son hijos de madre judía). Los rabinos a cargo de certificar el proceso pertenecen a la corriente llamada religiosa-nacional o otrodoxa moderna, no a la ultra-ortodoxia. ¡Cómo se le ocurre! ¡aceptar conversiones realizadas por miembros de una corriente distinta y menos rigurosa que la propia! ¡Dios nos libre! ¿Podría haber algo peor?

Sí que podría, Amsalem ha tenido la alevosía de afirmar que los ultra-ortodoxos deberían trabajar e ir al ejército como todo hijo de vecino, que sólo una élite de estudiantes destacados debería ser a de subvencionada para que se dedique toda la vida a los estudios religiosos, el resto que salgan a ganarse el pan por su propia cuenta como lo hicieran sus antepasados durante siglos. Esa fue la gota que derramó el vaso, exigirle a un ultra-ortodoxo que renuncie a sus privilegios y deje de vivir de arriba es como intentar bañar a un gato, no sales de allí sin ligarte un arañazo. El autoproclamado "comité de sabios de la tora" (מועצת חכמי התורה), encabezado por el afamado Ovadia Iosef le ordenó que renuncie al parlamento y ceda su puesto a quien lo sigue en la lista Shas. Y entonces fue cuando Amsalem hizo lo inconcebible: se comportó como una persona capaz de razonar y actuar en forma independiente, sin someterse a cada mandato del líder espiritual incuestionable. Se negó a renunciar.

Días después comenzó el Incendio en el Monte Carmel. Me extrañó que Ovadia Iosef no culpara a Amsalem del incendio y se conformara con atribuir el castigo divino solamente a los laicos que no santificamos el shabat. Eli Ishai, el líder político de Shas, tan ocupado unos días antes en hacer expulsar al blasfemo Amsalem, de pronto tuvo que dejar tan sagrada tarea para dedicarse a la aún más santa misión de explicarle a todo el mundo, porque él, a pesar de ocupar el puesto de Ministro del Interior y tener a su cargo al servicio de bomberos no es responsable del desastre, sino todo el resto del mundo. Culpó entre otros a Ariel Sharon, que está en coma desde hace casi cinco años. De nuevo, me extraña que no haya culpado también a Amsalem.

Varios analistas sostienen que con la expulsión de Amsalem, Shas se ha disparado a si mismo el pie. Muchos judíos sefaradíes religiosos (no ultra-ortodoxos) que sí trabajan, ven a Shas como el representante de su comunidad y le otorgaban sus votos en las elecciones. Es probable que si Amsalem forma su propio partido esos votos vayan a parar a él.

No es común que un rabino ultra-ortodoxo me inspire admiración y respeto. Le agradezco a Amsalem que me haya recordado una vez más que no todos son iguales, es algo que nunca se debe perder de vista.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Casa de paja

Tras 82 horas, por fin se ha apagado el incendio en el Monte Carmel. En ese lapso Israel ha recibido la ayuda de 18 países y de la Autoridad Palestina. Los israelíes les debemos un sincero y humilde agradecimiento a quienes nos han tendido su mano en esta hora de necesidad. Por ser este un blog en español, aprovecho a agradecer a los españoles quienes a pesar de su actual lío con los controladores aéreos nos enviaron cuatro aviones.

Por un lado es reconfortante recibir semejante demostración de solidaridad internacional a la que en Israel no estmos acostumbrados. Por el otro, es un tanto vergonzoso vernos en la necesidad de solicitar socorro al extranjero. Nuestro bienamado Primer Ministro, Benjamín Netanyahu, no lo ve así, en una de sus declaraciones afirmó que no es vergüenza pedir ayuda. Y es que tiene razón (a medias), pedir ayuda no es un acto vergonzoso per se, lo vergonzoso es la total carencia de recursos propios. Para explicarme mejor voy a referirme a otros dos desastres naturales ocurridos este año en América Latina: los terremotos en Haití y Chile.

En enero hubo un sismo de grado 7.0 en la escala Richter que derribó la ciudad de Puerto Príncipe, capital de Haití, como quien sopla un castillo de naipes, dejando más de 150 mil muertos. En febrero hubo un sismo en Chile grado 8.8 (es decir, 30 veces más fuerte que el de Haití) que sacudió a todo el país, dejando "solamente" 521 muertos. Varias localidades chilenas sufrieron importantes daños, pero nada que se acerque a la devastación total provocada por el terremoto en Haití. El terremoto de Chile se cobró menos victimas porque el epicentro estaba más alejado de las zonas más pobladas y no en el medio de la capital como el de Haití. Pero también porque Chile estaba mucho mejor preparado para afrontarlo con edificios bien construidos a prueba de terremotos, mientras que en Haití cualquier niño con piezas de lego habría levantado una ciudad más resistente. Como en el cuento de los tres chanchitos y el lobo, el lobo sopló y sin mucho esfuerzo tiró abajo la casa de paja (Haití), pero por más que lo intentó hasta agotar sus pulmones no pudo demoler la casa de ladrillo (Chile).

Ambos países requirieron ayuda internacional pero está claro que son dos casos muy distintos: Chile sufrió de un desastre natural, Haití sufrió de un desastre natural y de la negligencia humana. Si en Israel hubiéramos estado bien preparados con un cuerpo de bomberos de tamaño adecuado y correctamente equipado, no hubiera sido ninguna vergüenza pedir ayuda adicional al extranjero. Pero el caso de Israel se parece más al de Haití que al de Chile. Que Israel, un país tan avanzado según tantos parámetros, se comporte igual que uno de los países más subdesarrollados del planeta, no es precisamente un motivo de orgullo.


En cuanto a las expresiones de regocijo por parte de Hamás y Hezbolá ante nuestra desgracia... en fin, de ustedes no esperábamos menos. Del rabino Ovadia Iosef, para quien la catástrofe ha sido un castigo divino contra sus opositores (los judíos laicos), al igual que para el líder de Hamás Ismail Hanyia (los judíos en general), tampoco esperábamos otra cosa. Tampoco de Eli Ishai (miembro del mismo partido), mayor responsable del servicio de bomberos como Ministro del Interior, que no se ha demorado en echarle la culpa a sus antecesores en el cargo y negar toda responsabilidad propia. ¿Será mucho pedir que se calle la boca y renuncie?

viernes, 3 de diciembre de 2010

Incendio en el Monte Carmel

Probablemente los medios extranjeros no le estén prestando la misma atención que suelen darle a los enfrentamientos bélicos, pero para Israel la presente catástrofe ya ha alcanzado las dimensiones de una pequeña guerra. El incendio comenzado hace sólo 24 horas (11 a.m del jueves, horario de Israel) ya se ha cobrado 41 muertos y unos 17.000 evacuados. A modo de comparación, en los 34 días de duración de la Guerra del Líbano del 2006, con la enorme movilización de tropas y los miles de misiles lanzados por Hezbolá al norte de Israel, murieron 165 israelíes (entre civiles y militares) y hubo 350.000 evacuados.

Otra de las consecuencias nefastas de aquella guerra para Israel fueron los grandes incendios causados por los misiles que caían en zonas forestales, pero ninguno que se acerque ni por asomo al poder destructivo del incendio actual. Se trata del incendio más grande de la historia de Israel, ya ha alcanzado las 2000 hectarias, lo cual para un país tan pequeño es una inmensidad, si no me fallan los cálculos sería cerca del 1% de todo el territorio (contando Jerusalén Este y el Golán, sin contar Cisjordania). Según datos del KKL se han quemado un millón y medio de árboles, ya no podremos vanagloriarnos de ser uno de los únicos países en el mundo donde aumenta el porcentaje de forestación. Un ómnibus lleno de carceleros que se dirigían a una cárcel de la zona para evacuarla quedó atrapado entre las llamas, de ahí el elevado número de muertos.

Otra triste similitud con la Segunda Guerra de Líbano: como consecuencia de los recortes en el presupuesto de defensa algunas tropas fueron enviadas al frente mal equipadas, al parecer el departamento de bomberos también ha sufrido recortes presupuestarios que han afectado el equipamiento. Una vez más, lo barato nos sale caro, imagino que será infinitamente más alto el costo en daños materiales causado por el incendio que el dinero ahorrado en bomberos. Ni que hablar del costo en vidas humanas que ninguna suma de dinero puede reparar. Es de esperar que al igual que ocurrió tras la guerra, una vez apagado el incendio se forme una comisión investigadora cuyos informes provoquen la dimisión de algunos altos funcionarios. No está claro cuál fue la causa del incendio, se especula que pudo iniciarse debido a una quema ilegal de basura. La sequía de diez meses y los fuertes vientos ayudaron a que se expandiera muy rápidamente hasta quedar fuera de control, pero también es probable que de haber atendido el primer foco a tiempo, los bomberos podrían haber evitado la catástrofe. El primer avión de bomberos llegó recién dos horas y media después de que el foco fuera denunciado.

Además de movilizar a los bomberos de todo el país, al servicio de cárceles, a la policía y al ejército, el Primer Ministro Benjamín Netanyahu y el Ministro de Exteriores Avigdor Lieberman han solicitado ayuda a la comunidad internacional para apagar el incendio. Ya han llegado aviones anti-incendios de Bulgaria, Grecia, Chipre y Azerbaiyán. Se espera que en el correr del día llegue ayuda de varios otros países, incluyendo a Turquía (cuyas relaciones con Israel se han venido deteriorando hasta casi anularse desde el abordaje al Marmara) y España. Cómo se da vuelta la tortilla, por lo general Israel envía ayuda al exterior en caso de catástrofes naturales (médicos y rescatistas, que no bomberos), no es el que necesita recibirla.

En estas fechas se celebra Jánuca, la fiesta de las luces, éste año el fuego nos aguó la fiesta. Aprovecho para enviarle mis condolencias a las víctimas y sus familiares. En este momento toda el país está con ustedes, hoy somos todos del Carmel. Esperamos que el fuego sea apagado pronto.


Canción "El monte siempre verde" (ההר הירוק תמיד). Interpretada por Rujama Raz y Dorit Reubeni.

Y no, no siempre, ya no está tan verde...

Fuentes: ynet, haaretz, wikipedia.