miércoles, 27 de enero de 2010

Área determinada para apátridas

Ese era el eufemismo que las autoridades militares japonesas empleaban para referirse al gueto de Hongkew, en el distrito del mismo nombre. El único gueto judío del mundo que no estaba en manos de los nazis. La idea de recluir a todos los judíos había surgido a raíz de la visita secreta (aunque en Shanghai las únicas cosas secretas eran las que no tenían lugar, todo lo demás acababa por saberse más tarde o temprano) del coronel de las SS Josef Meisinger, el jefe de la Gestapo en Tokio, con el fin de trasladar a las autoridades militares japonesas el resultado de la Conferencia de Wannse, en la que se había aprobado la "solución final" para la "cuestión judía". El plan de Meisinger pasaba por apresar a los judíos cuando estuvieran celebrando el Rosh Hashanah, el día del Nuevo Año judío, embarcarlos en paquebotes, conducirlos hasta alta mar y dejarlos morir de hambre. Otra posibilidad pasaba por llevarlos hasta la isla de Tsungming, un lugar desierto, donde los judíos no tardarían en devorarse los unos a los otros ante la falta de agua y alimentos. A cambio los japoneses recibirían los bienes que incautaran a los detenidos. El gobernador militar de Shanghai congregó entonces a los principales líderes de la comunidad hebrea, a quienes pregunto la razón por la cual los alemanes sentían tanto odio hacia ellos. El Rabi Simon Kalish le dijo al traductor: "Di al gobernador que los alemanes nos odian porque somos orientales." La respuesta de Kalish provocó una leve sonrisa en el militar japonés, que tenía fama de hombre serio. Como consecuencia de aquella reunión, los japoneses se limitaron a encerrar a los judíos "sin patria", es decir, de Alemania y aquellos países que habían quedado bajo su dominio, en un gueto sin alambradas pero bajo un férreo control policial, la llamada "área determinada para apátridas". Un total de veinte mil hombres, mujeres, niños y ancianos. El resto, otros once mil, se libraron de ser recluidos, siempre y cuando no poseyeran pasaportes expedidos por gobiernos hostiles como el británico o el norteamericano. De modo que los cerca de ocho mil judíos "sin patria" que por entonces residían fuera del distrito de Honkew, se vieron forzados a vender sus hogares y negocios a precios irrisorios y a instalarse en el "área determinada para apátridas" antes del 18 de mayo de 1943, fecha límite impuesta por las autoridades japonesas.

El anterior es un fragmento tomado de la novela "El judío de Shanghai" (2008) de Emilio Calderón. Martín Niboli, cónsul de España en Shanghai (personaje ficticio) investiga la misteriosa muerte de Leon Blumenthal, un amigo suyo recluido en el "área determinada para apátridas", y a la par intenta rescatar a su viuda, la hermosa Norah, de quien está perdidamente enamorado y por la cual se había instalado en Shanghai años antes. El libro me pareció interesantísimo, una buena forma de conocer un poquito acerca del Gueto de Shanghai y otras atrocidades cometidas por los japoneses en China durante la Segunda Guerra Mundial, como los experimentos con armas biológicas y la explotación de mujeres como esclavas sexuales para sus soldados. Me gustó, aunque debo decir que los personajes me resultaron poco creíbles, por ejemplo Niboli, tan pero tan bueno que acepta el cargo de cónsul a pesar de ser secretamente anti-franquista, para poder ayudar a los republicanos prófugos, como si no le alcanzara con ayudar a los pobres proporcionándoles servicios médicos casi gratuitos y rehabilitar a una esclava sexual. Así no sorprende que se le oponga el temible y malvado coronel Fukuda, casi tan malo como el talibán de Cometas en el cielo. En fin, una recomendable novela histórica, con todo lo que se le puede pedir al género: amor, guerra, intrigas, misterio, espionaje, Mao Tse Tung, y un insuperablemente exótico revoltijo humano que incluye judíos, chinos y japoneses.


Relacionado:
* 27 de enero: Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto
* The Fugu Plan

jueves, 21 de enero de 2010

Si hay paraíso

"Si hay paraíso" (אם יש גן עדן) es una novela del escritor israelí Ron Leshem publicada en el 2005. La novela relata la retirada de las Fuerzas de Defensa de Israel del sur del Líbano en el año 2000, desde la perspectiva de Liraz Liberti (alias Erez), un joven comandante a cargo de un pequeño equipo de combatientes que sirven en Beaufort, una antigua fortificación cruzada. Aún no hay traducción al español, la traducción al inglés lleva el título "Beaufort", igual que la película israelí basada en el libro y nominada al Oscar como mejor película extranjera en el 2007. El título original también hace referencia al lugar en el que transcurre la mayor parte del argumento, al llegar por primera vez, el comandante del puesto saluda a Erez: "Bienvenido a Beufort, si hay un paraíso así es como se ve, si hay un infierno así es como se siente", señalando el contraste entre la belleza natural y la aparente tranquilidad pastoril de la zona, con la intensa y exigente vivencia militar.

En Israel el libro es muy pero muy popular, más que la película. Cuando el film saltó a la fama, me dije a mí mismo que antes de verlo prefería primero leer el libro. Más tarde un amigo que combatió en la Segunda Guerra del Líbano (2006) me lo recomendó, afirmando que Leshem transmite fielmente la experiencia del soldado combatiente. De eso se trata, más que en los hechos históricos (que tampoco deja de lado), la novela se centra en el soldado, sus miedos, sus deseos, fantasías, frustraciones y traumas. La relación con la familia y la novia que se preocupan desde la distancia pero no pueden comprender por lo que está pasando, los lazos con los compañeros, los superiores y los soldados bajo su mando, y con el enemigo casi abstracto que ataca desde la distancia y siembra explosivos en las rutas de acceso, pero no da la cara. El agotamiento y el frenesí que acompañan a cada misión, el estado de alerta permanente, la cercanía de la muerte. Los cuestionamientos acerca de lo absurdo de la guerra y la necesidad de reprimirlos para poder seguir adelante.

Me gustó, está bien redactada y por momentos es atrapante, pero también me decepcionó un poco, no logré compenetrarme con el personaje. Erez está tan "envenenado" (מורעל, sleng militar que significa estar exageradamente entusiasmado con el ejército), que en cierto momento rompe su noviazgo de seis años para concentrarse exclusivamente en su misión. No siento gran simpatía por él, aunque tampoco me provoca un fuerte rechazo, y una novela escrita en primera persona cuyo narrador no me conmueve de una u otra forma, para mí no es la gran cosa.


Contexto histórico:
En 1982 comenzó la Operación Paz para la Galilea o Primera Guerra del Líbano, una ofensiva israelí en territorio libanés con el objetivo de frenar los ataques de grupos terroristas palestinos desde el Líbano al norte de Israel. La guerra se extendió por tres años, hasta que Israel se retiró de casi todo el territorio en 1985. Sin embargo, Israel mantuvo una "Franja de Seguridad" de varios kilómetros de profundidad en el sur del Líbano, que debía impedir a Hezbolá alcanzar los pueblos y ciudades del norte de Israel. Ante el elevado número de soldados muertos en la Franja de Seguridad, durante los años noventa surgieron grupos de protesta que cuestionaban la necesidad y la efectividad de la presencia israelí en el Líbano, exigiendo la retirada total. En 1997 ocurrió la "Catástrofe de los Helicópteros" (אסון המסוקים), dos helicópteros que transportaban tropas chocaron entre si causando la muerte de decenas de soldados. A partir de entonces, las protestas cobraron fuerza y la opinión pública israelí se fue volcando a favor de la retirada. En 1999 Ehud Barak, electo Primer Ministro, anunció que Israel se retiraría del Líbano al año siguiente.

Sinopsis de la película:



Post relacionado:
* Trampa 21

jueves, 14 de enero de 2010

Lecciones de diplomacia

Nuestro flamante Ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman, sigue diciendo sus disparates habituales de vez en cuando, como para no perder la costumbre, pero hay que reconocer que desde que ocupa el cargo de diplomático número uno, se le nota un esfuerzo por medir mejor sus palabras. Ya no sugiere bombardear países vecinos, como cuando habló de bombardear la Presa de Asuán en Egipto allá por el 2001. Incluso se ha guardado de repetir sus anteriores amenazas de bombardear a Irán, resaltando a cada oportunidad que es la comunidad internacional en su conjunto la responsable de frenar las ambiciones atómicas de Irán y no Israel. Ya no envía a jefes de Estado a "todos los demonios", como hizo literalmente con el presidente egipcio Hosni Mubarak, pero aún sin rebajarse a los insultos directos tampoco se ha ahorrado algunas ofensas bastante poco sutiles contra los gobiernos de Suecia y Turquía.

En agosto del año pasado el diario de más tiraje en Suecia, el Aftonbladet, publicó un reportaje en el que se acusaba a las Fuerzas de Defensa de Israel de matar palestinos para robarles sus órganos y comerciar con ellos. Más tarde el diario reconoció que no poseía pruebas, el periodista se basaba en lo que "había oído de unos palestinos", vaya profesionalismo. La publicación causó gran indignación en Israel y algunos sectores de Suecia, no tanto por la calumnia contra el ejército, como por la evidente similitud entre la acusación y uno de los mitos antisemitas clásicos: la costumbre de los judíos de matar niños cristianos para quitarles la sangre y usarla en la preparación en los panes ácimos (Matzot) que se comen en la pascua judía. Se trataba de un caso en el que cruzaba por lejos la línea que separa a la crítica legítima a las políticas del gobierno de Israel, del más puro y tradicional antisemitismo.

La embajadora de Suecia en Israel expresó su condena a la publicación. Por su parte el Ministro de Exteriores de Suecia, se negó a expresar un repudio similar y regañó a la embajadora, amparándose en la libertad de prensa. Israel no pedía que Suecia censure al diario ni que quiebre sus leyes que garantizan la libertad de expresión. Pedía que el gobierno sueco también haga uso de ese derecho, para oponerse públicamente a semejante propagación del antisemitismo en su país, en lugar de respaldarla mandando a callar a su embajadora. Lamentablemente, esta vez Lieberman no pudo aguantarse y tuvo que convertir una protesta legítima en otro de sus circos personales, se le dio por comparar la reacción del ministro sueco con la negativa sueca a intervenir contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Así, con impresionante rapidez, Lieberman logró que la importante discusión acerca de las calumnias antisemitas y los límites de la libertad de expresión pasaran a segundo plano, que el foco del asunto pasara a sus propias palabras. El justo motivo de queja quedó relegado, sepultado bajo el malestar provocado por la forma de la queja. Lieberman quizás ganó algunos puntos ante cierto público doméstico, al mostrarse firme y orgulloso, pero perjudicó a la lucha contra el antisemitismo en Suecia y a las relaciones exteriores de Israel.

Esta semana, el lugarteniente de Lieberman, el vice-ministro de Relaciones Exteriores Dani Ayalón, se le ocurrió hacer algo parecido contra el gobierno de Turquía. Para protestar contra la emisión de una serie de televisión en Turquía que muestra a soldados israelíes apuntando deliberadamente contra bebes palestinos y otras barbaridades por el estilo, a Ayalón no se le ocurrió mejor idea que humillar públicamente al embajador turco. Lo citó a una reunión y lo hizo sentarse ante las cámaras en un sillón más bajo que el suyo y adoptó otros gestos más, que más tarde reconoció ante la prensa como un intento explícito de humillación. En lugar de condenar la emisión de la serie de televisión, el Presidente de Turquía Recep Erdogan, exigió una disculpa oficial amenazando con retirar al embajador. Una vez más, por obra y gracia del Ministerio de Exteriores, la importante crítica contra una obra antisemita fue desplazada para dar paso a una discusión sobre si correspondía o no una disculpa israelí. Lieberman consideró que no estaba bien disculparse más que con una disculpa informal que Ayalón ya había emitido, pero Netanyahu y Peres lo empujaron a escribir una carta de disculpas oficial.

Qué maravilla, no tenemos uno, sino dos pirómanos a la cabeza del servicio de bomberos. Parecen empeñados en barrer bajo la alfombra de sus desfatchatez cualquier querella contra actos antisemitas en el mundo. Y a los que afirman que por el contrario, por fin tenemos a alguien que hace respetar el orgullo nacional, les diría que estos señores representan todo lo opuesto al respeto y el orgullo, vergüenza debería darnos tener a semejantes papanatas por representantes. O tal vez no, no conozco a Ayalón, quizás en su caso sea un error individual, una sola vez que se dejo llevar por el enfado y no un producto calculado de una visión de mundo donde las mutuas humillaciones y la diplomacia son sinónimos.

Relacionado:
* Merci Monsieur Saekozy

domingo, 10 de enero de 2010

Lengua y nación

Uno de las métodos comunes de muchos movimientos nacionalistas para generar o reforzar la consciencia nacional, ha sido la reivindicación del idioma del pueblo, siendo la revitalización del idioma hebreo por el movimiento sionista, uno de los ejemplo más notorios. Durante 19 siglos el hebreo fue lo que se conoce como una lengua muerta, ya no quedaba nadie que la hablara como idioma materno. Al igual que el latín, se siguió utilizando para la liturgia, los tratados filosóficos o legales, pero hasta finales del siglo XIX no tenía ninguna utilidad para las tareas cotidianas.

El sionismo propuso reunir a los judíos dispersos por el mundo nuevamente en la patria ancestral. El lenguaje presentaba una dificultad, si bien existían idiomas como el idish y el judeoespañol (ladino) hablados por grandes cantidades de judíos en zonas geográficas extensas, no había un solo idioma que hablaran todos, sino varias decenas de lenguas que variaban de país en país. En "El estado judío" (1895), Theodor Herzl sugería que el futuro estado fuera una federación lingüística al estilo de Suiza, ya que: "No podemos conversar unos con otros en hebreo. ¿Quién entre nosotros tiene un conocimiento suficiente del hebreo como para pedir un boleto de tranvía en ese idioma?" Pero otros líderes sionistas no fueron de la misma opinión, especialmente Eliezer Ben-Yehuda, que se dio a la monumental tarea de renovar el idioma hebreo y adaptarlo a los tiempos modernos, redactando un diccionario que completara las palabras que faltaban como azúcar o telegrama. Hoy en día no hay ciudad en Israel que no lleve una calle a su nombre, como la céntrica peatonal Ben-Yehuda en Jerusalén.

Además del hebreo, no existe otro ejemplo de una lengua muerta que haya sido resucitada, su resurrección ha sido una de las muestras de éxito del sionismo. La conexión del hebreo moderno con el sionismo es tan inequívoca, que por oposición al mismo hay grupos de judíos ultra-ortodoxos que hasta el día de hoy se niegan a utilizarla como lengua diaria y optan por aferrarse al idish. En otra época, grupos de judíos marxistas opuestos al sionismo como el Bund, también preferían al idish por sobre el hebreo, pero esos grupos se fueron extinguiendo, entre otros motivos al perder terreno ideológico frente al sionismo luego de la creación del Estado de Israel. Las lenguas oficiales del nuevo estado: árabe y hebreo.

Nótese que el hebreo hizo el camino inverso de otros idiomas nacionales, lenguas orales de uso diario que tras el impulso nacionalista pasaron a aplicarse también como lenguaje escrito para esferas más elevadas, como la literatura, la filosofía o los documentos oficiales. El hebreo, idioma que se conservaba para los usos más elevados, fue ampliado para abarcar también la vida terrenal. Y hablando de asuntos terrenales, me pregunto si la promoción del hebreo no hubiera sido aún más exitosa siguiendo un estilo publicitario más similar al del catalán.

Aquí un ejemplo de publicidad del hebreo en los años veinte o treinta del siglo pasado:


En la foto un grupo de sionistas con un cartel que reza ivrí daber ivrit: hebreo [gentilicio] habla [en modo imperativo] hebreo [idioma].

Y ahora veamos un pegotín del siglo XXI pregonando el uso del catalán:


Fíjense en la persona detrás del vidrio, parece estar ofreciendo una demostración algo menos tentadora del "uso de la lengua" que la expuesta en el pegotín. Por cierto, estos dos paladines de la lengua catalana ¿a qué género pertenecen? ¿Hombre y mujer, mujer y mujer, hombre y hombre? Que más da, mientras se besen en catalán.


Bueno, aquí doy por culminada esta serie de posts dedicados a mi breve escapada a la hermosísima ciudad de Barcelona. Me disculpo con los lectores habituales si los aburrí desviándome un poco del tema del blog, sobre todo en los primeros dos. Agradezco una vez más a Alan por su hospitalidad. Recomiendo a todo el que pueda que se de una vuelta por Barcelona, es una ciudad maravillosa, realmente vale la pena. Una vez allí, si buscan salir a la noche no dejen de ir a espit chupitos.

jueves, 7 de enero de 2010

El sobretodo sirio

Tanto o más que los grandes edificios, los parajes naturales o la gastronomía local, lo que me gusta de viajar es la gente inusual con la que te vas topando mientras se hace camino al andar. Como aquella señora canadiense que conocí en el hostel de Barcelona, de más de 60 años que lleva los últimos diez recorriendo el mundo, viviendo y enseñando inglés en lugares tan dispares como Jordania, China y Mozambique. Me contó que a Israel solía verlo desde las montañas jordanas, pero no pudo entrar, le denegaron la visa por haber pasado un período en Siria. "Mi vecino", me llamaba simpática e irónicamente.

No hablamos mucho del conflicto, ella no parecía querer confrontarme con sus opiniones desfavorables a mi querido Israel, adquiridas desde el este y desde el norte, que de todos modos dejó entrever. Y yo estaba más interesado en irme de copas con otros turistas hospedados en el mismo hostel, cuya edad se aproximaba más a la mía (cuatro peruanos, dos alemanes y una china), que en entablar debates políticos. De todos modos no pude evitar emitir algunos comentarios sobre el tema, sobre todo cuando me enseñó su sobretodo sirio.

Me explicó que aunque le quedaba un poco grande, era su saco preferido, sumamente cálido y abrigado. No era para menos, más que una prenda de vestir parecía una choza entera, suficiente para proteger a tres esquimales. Me dijo que en Siria dicho atuendo era necesario ya que durante la mayor parte del invierno no había calefacción ni agua caliente. Atónito le pregunté si eso pasaba también en Damasco, a lo que me contestó que sí. Ahora que lo pienso, se me pasó por alto preguntarle si ello se debía a la falta de electricidad, la falta de gas o la carencia de instalaciones. Sea como sea, todas son formas de atraso y subdesarrollo que no me hubiera imaginado de un país como Siria (menos aún en plena capital), encajan más con la imagen que mi hermana me transmitió de Nepal, uno de los países más pobres del mundo.

Siria es un país con suficientes recursos como para haber mantenido bajo ocupación militar a otro (Líbano), para armar y financiar organizaciones terroristas dentro y fuera de sus fronteras (Hezbolá y Hamás), ¿pero no es capaz de abastecer a sus ciudadanos de energía para la calefacción doméstica durante el invierno? ¿Qué clase de tirano fija así sus prioridades nacionales y cómo es que el pueblo no se subleva? ¿Serían parte de un nuevo plan para combatir el frío, aquellos cimientos de central nuclear que Israel bombardeó en el 2007? Pobre Assad, no es un mal tipo, lo que ocurre es que padece de frío, para calentar un poco el cuerpo tiene que ordenar algún asesinato político en el Líbano de vez en cuando, o enviar un cargamento de misiles para Hezbolá. Y el sirio común y corriente mejor que busque su confort en el odio hacia a Israel, un fuego muy caluroso y mucho más fácil de alimentar, para el que nunca faltará leña. Si con eso y sus magníficos abrigos no alcanza, que importen de Barcelona el chupito antorcha:


Véase también:
* El sobretodo de Nikolai Gogol.

lunes, 4 de enero de 2010

Monumento al racismo

Algunos entienden al sionismo como una continuación de los colonialismos europeos, los sionistas somos lo que fueron los británicos en la India, los franceses en Argelia, o peor aún: los españoles en el continente americano. Es decir, los judíos llegamos desde el exterior y nos asentamos en la región para someter a sus pobladores nativos, los palestinos. Para sostener dicho paralelismo es necesario soslayar deliberadamente muchísimos elementos del contexto histórico, por poner sólo un ejemplo: el judaísmo es una cultura originaria de esta zona, mientras que el islam fue una cultura foránea que se impuso por la fuerza al igual que el catolicismo en América. Aún así, la dicotomía absoluta del extranjero opresor versus el aborigen despojado, está arraigada en el imaginario popular de tal manera que hace difícil distinguir entre un palestino, un indio americano y un na'vi de Pandora.

Por eso al ver semejantes esculturas me quedé pensando: qué ocurriría si colocáramos en la Rambla de Tel Aviv (la tayelet), un gran monumento que incluyera una estatua de un palestino arrodillado admirando a un soldado israelí y otra de un palestino besando una Estrella de David e inclinado ante un rabino. ¿Qué dirían los visitantes europeos si lo presentáramos como uno de los principales íconos emblemáticos de la ciudad? ¿Posarían a su lado para la foto y seguirían de largo? ¿Pagarían los dos euros y medio para entrar al monumento y subir al mirador? ¿Exigirían que sea derribado o al menos que esas dos estatuas sean reemplazadas? ¿Duraría 122 años sin que a nadie parezca perturbarle?

Con ustedes, el Monumento a Colón en Barcelona visto de cerca:



y desde un poco más lejos: